BARUC 6

Nota: Las imágenes de los ídolos aquí presentadas son sólo para referencia de lo que habla el articulo, no hay ninguna devoción hacia ellas.

Vallejo, DF. 10 A semejanza de la antigua iglesia establecida en Éfeso, hoy la actual Turquía, hoy la iglesia de Vallejo en el Distrito Federal de la República Mexicana se encuentra en esta zona donde no se adora a Diana, pero si la imagen de una madona llamada María de Guadalupe a la cual llaman Madre de todos los mexicanos y este día 12 las calles se llenan para venir a ver esta imagen.

Palabras y actos que ofenden gravemente nuestra creencia pues nosotros no adoramos, ni veneramos a esta imagen pintada por un hombre llamado Marcos de Aquino, y en medio de este lugar reflexionamos en las palabras escritas en la biblia católica en el libro de Baruc 6.

Carta que mando Jeremías a los que iban a ser deportados a Babilonia por el rey de los babilonios, para decirles lo que Dios le había mandado.

Por los pecados que habéis cometido delante de Dios, vais a ser deportados a Babilonia, por Nabucodonosor, rey de los babilonios. Llegados a Babilonia, estaréis allí largos años, mucho tiempo, hasta 7 generaciones; pero después Yo os sacaré de allí en paz. Veréis en Babilonia dioses de plata, oro y de madera que son llevados en hombros y que infunden temor a los gentiles. Tened cuidado de no haceros como esos extranjeros ni dejar que os entre el temor de esos dioses. Cuando veías la turba delante delante y detrás de ellos adorándolos, decid en vuestro corazón: A TI SÓLO HAY QUE ADORAR, SEÑOR. Porque mi ángel está con vosotros y cuidara de nuestras vidas.

La lengua de esos dioses ha sido limada por un artesano, y están dorados y plateados; así que son falsos y no pueden hablar. Como para una joven presumida, así se hacen con oro de coronas para la cabeza de esos dioses. Incluso a veces los sacerdotes roban a sus dioses el oro y la plata para sus propios gastos, y hasta hacen con ellos regalos a las prostitutas 1del templo. Adornan también sus vestidos, como a hombres, a esos dioses de plata, oro y madera; pero éstos no pueden defenderse ni de la roña ni de los gusanos. Están vestidos de púrpura, pero hay que limpiarles la cara del polvo del templo que se acumula en ellos. Hay quien empuña el cetro, como un gobernador de provincia, pero no podría matar a quien le ofende. Otro lleva en su diestra espada y hacha, pero no podría defenderse de la guerra o de los ladrones. Por ahí se ve que son dioses; así que no les temáis.

Como se hace un vaso inservible cuando se rompe, así son sus dioses. Colocados en el templo, sus ojos se llenan del polvo levantado por los pies de los que entran. Como la cárcel esta bien cerrada para el que ha ofendido a rey y va a ser ajusticiado, así los sacerdotes aseguran sus templos con puertas, cerrojos y trancas, para que los dioses no sean saqueados por los ladrones. Les encienden luces, y aún más que para ellos mismos; pero los dioses no pueden ver ninguna. Son como las vigas del templo, que por dentro, como se dice, están carcomidas por gusanos que salen de la tierra; los devoran a ellos y sus vestidos, y no se dan cuenta. Sus caras están ennegrecidas por el humo del templo. Sobre su cuerpo y sus cabezas revoletean lechuzas, vencejos y otros pájaros; también saltan los gatos. Por ahí veréis que no son dioses. No los temáis. El oro que los recubre es para embellecerlos; pero si alguien no limpiara el orín, no brillaría. Ni cuando eran fundidos se daban cuenta.

5 A precios carísimos fueron comprados, aunque no hay en ellos soplo de vida. Como no caminan, son llevados en hombros, exhibiendo así a los hombres su vergüenza. Y quedan también en vergüenza sus servidores, porque si aquellos caen en tierra, no pueden levantarse sin ayuda. Si se les pone en pie, no pueden ponerse en movimiento por si mismos; si se entornan, no pueden enderezarse; como delante de los muertos se les presentan las ofrendas. Sus sacerdotes venden sus víctimas y se sirven de ellas a su gusto, y no dan nada a un pobre o a un enfermo. Las mujeres en estado de impureza o después de dar a luz tocan sus sacrificios. Sabiendo, pues, por esto que no son dioses, no los temáis.

Y ¿cómo se les puede llamar dioses? Porque hasta las mujeres ofrecen dones a esos dioses de plata, oro y madera. Y en sus templos los sacerdotes están sentados, con las túnicas desgarradas, la cabeza y la barba rapada y la cabeza descubierta. Rugen gritando antes sus dioses, como hacen algunos en un banquete fúnebre. Los sacerdotes les quitan sus ropas para vestir a sus mujeres y sus hijos. Ya se les haga mal o bien, no pueden dar el merecido. No pueden poner ni quitar rey; tampoco dar riquezas ni dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas. No libran de la muerte ni arrancan al débil de la mano del poderoso. No devuelven la vista al ciego ni libran de la miseria. No sienten piedad por la viuda ni hacen bien al huérfano. A los peñascos sacados del monte se parecen esos dioses de madera, dorados y plateados; sus servidores serán confundidos. ¿Cómo, pues, se puede creer o decir que son dioses? Los mismos caldeos los ponen en vergüenza: ven a un mudo que no puede hablar y van y se lo presentan a Bel, pidiéndole que le haga hablar, ¡como si pudiera oírles! Y aunque ven su impotencia, son incapaces de abandonar a esos dioses: ¡tan insensatos son! Mujeres ceñidas de cuerdas se sientan junto a los caminos quemando salvado: y cuando una de ellas, solicitada por algún transeúnte, se acuesta con él, se burla de su vecina porque no ha sido escogida como ella y porque su cuerda no ha sido rota aún. Así todo lo que se hace en honor de ellos es falsedad, ¿cómo, pues, se puede creer o decir que son dioses?

3 Han sido hechos por artesanos y orfebres, y no son mas que lo que los artífices quieren que sean. Los mismos que los fabrican no viven mucho tiempo: ¿cómo van a ser dioses los fabricados por ellos? No dejan a su descendencia más que mentira y vergüenza. Cuando sobreviene una guerra o alguna calamidad, los sacerdotes deliberan entre ellos donde refugiarse con sus dioses. ¿Cómo no comprender que no son dioses los que no pueden salvarse de la guerra o de otra calamidad? Si, más tarde se reconocerá que estos trozos de madera cubiertos de oro y plata no son mas que una mentira. Todos, naciones y reyes, verán claramente que no son dioses, sino obras de mano de hombres, y que en ellos no hay ninguna operación divina. ¿A quién, pues, no le resulta evidente que no son dioses? No pueden poner rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia. No saben buscar lo que es justo ni evitar la injusticia, porque no pueden nada: son como cornejas que vuelan entre el cielo y la tierra. Y si llega a incendiarse el templo de esos dioses de madera, dorados y plateados, sus sacerdotes huyen y se ponen a salvo, pero ellos se abrasan como postes entre llamas. No pueden resistir a un rey ni a enemigos. ¿Cómo pues admitir no creer que son dioses? No pueden salvarse de ladrones ni de salteadores esos dioses de madera, plateados y dorados; aquellos, que son mas fuertes que ellos, les quietan el oro, la plata y los vestidos que los recubren, y se van con ellos sin que los dioses puedan socorrerse a si mismos. Vale más ser un rey, que desarrolla su poder, o una vasija útil en un casa, de la cual se sirve su dueño, que no esos falsos dioses; o un poste de madera en un palacio, que no esos falsos dioses. El sol, la luna y las estrellas, que brillan y desempeñan un papel, son obedientes; también el relámpago, cuando aparece, tiene buen ver, igualmente el viento sopla en todo el país; las nubes ejecutan la orden que Dios les da de recorrer toda la tierra, y el fuego, enviado de lo alto a devorar montes y bosques, hace lo que se le manda. Pero esos dioses no son comparables a esto ni en belleza ni en poder. Por eso no se puede creer ni decir que son dioses, ya que no pueden hacer justicia ni hacer bien a los hombres. Sabiendo, pues, que no son dioses, no los temáis.

No pueden ni maldecir ni bendecir a los reyes, ni hacer aparecer a los pueblos señales en el cielo, ni brillar como el sol, ni alumbrar como la luna. Las bestias se valen mejor que ellos, porque pueden refugiarse bajo cubierto y protegerse a si mismas. Así que por ningún lado aparece que sean dioses; no temáis. Como espantajo en melonar, que no protege nada, así son sus dioses de madera, dorados y plateados. Como un espino en huerto, en el que se posan todos los pájaros, o como un muerto tirado en la oscuridad, así son sus dioses de madera, plateados y dorados. Por lo púrpura y el lino, que se pudre encima de ellos. conoceréis que no son dioses. Ellos mismos serán finalmente carcomidos y quedarán hechos una vergüenza en el país. Más vale el hombre justo, que no tiene ídolos; él se librará del oprobio.”

Al leer y entender todo esto los miembros de la Iglesia del Dios Vivo Columna y Apoyo de la Verdad La Luz del Mundo sólo podemos decir Bendito sea Dios y bendito sea Jesucristo que nos han enviado a sus ángeles que son los Excelentísimos Apóstoles de la Restauración el Mtro. Aarón Joaquín González que hoy hace 83 años llego a la ciudad de Guadalajara para comenzar la Restauración de este pueblo elegido por Dios y el Dr. Samuel Joaquín Flores quien nos sigue instruyendo en la verdad del Evangelio. Rogando los unos por los otros para dar a conocer esta bendición que tenemos por misericordia de Dios.

12 de Diciembre 2006
“Incomparable dignidad, inolvidable bendición es comprender su Autoridad es recibir su Elección.”

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