Presentación Apostólica.
13 Septiembre 2009

Al término de la escuela dominical celebrada en el templo sede internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, el Apóstol de Jesucristo Samuel Joaquín Flores dirigió hoy un mensaje a la feligresía manifestando en su inicio:

Qué alegría ver vuestros rostros…


Y es que desde su presentación en la ceremonia de Despedida de la Santa Convocación 2009 el pasado 15 de agosto no había podido estar con los fieles de este lugar al haber salido a realizarse su revisión médica de la que agregó que por vuestra oración y por vuestra petición le ha dado salud para continuar su obra evangelizadora.

En un reconocimiento a la labor de los ministros de la Iglesia, motivó a los presentes a redoblar la oración por todos ellos y resaltó lo agradable que es que aún los últimos días de su vida, en referencia a aquellos que durante muchos años se han desempeñado hasta llegar a su ancianidad, sean para la gloria de Dios y también para aconsejar al Pueblo de Dios, diciendo también que aunque el ha llegado a una edad avanzada la iglesia lo sigue reconociendo como el Ungido de Dios. Pero también añadió respecto a la necesidad de más misioneros, que ojalá y de sus hijos o de los hijos de la feligresía Dios levante servidores.


Recordó a los presentes que su exhortación siempre es con el único propósito de provocar la limpieza y pureza de los creyentes. También en relación al pasado 14 de agosto, durante la Santa Cena donde los 300 mil delegados partícipes acudieron con ropa color blanco, dijo: Yo le pedí a Dios que esos vestidos blancos materiales los transforme en vestidos espirituales para ser agradables a Dios.

Después de invitar a la feligresía entonar todos juntos a Dios el himno cristiano “Cómo podré estar triste… si Cristo es mi amigo siempre fiel”, se despidió recordándoles que el Señor protege a los que creen en Él y está a su lado siempre a pesar de cualquier lucha o dificulta, pero es necesario permanecer siempre en su morada espiritual pidiendole cada día más fe al Señor como refiere el texto bíblico “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a Él, y haremos morada con Él”.

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