ORACIÓN APOSTÓLICA

Fuente: http://www.jurisdiccionnorte.org/

A las 11:30 del 16 de junio se comienzan a escuchar himnos, himnos de Elección que se elevan a Dios desde lo más profundo del alma, porque se acerca un momento sublime para el pueblo de Dios. A las 11:45 llega ese momento aparece la figura del insigne Amigo de Dios el Apóstol de Jesucristo Samuel Joaquín Flores, los glorias a Dios comienzan a oírse como expresiones de jubilo pues este es el momento tan sublime para el pueblo de Dios ver y oír la voz fuerte y precisa del Varón de Dios que dice: “Dios los bendiga, Dios los guarde” y que por momentos se detiene para hablar un poco; tranquilidad llena el lugar pues el Hombre de Dios se dirige al lugar destinado para su oración, en la Casa de su Dios, del Dios que hizo todo el universo, del Dios de la Iglesia La Luz del Mundo.

El coro alrededor del oratorio eleva sus melodías, acompañando así el momento de una Oración como no hay otra en la tierra, semejante a la que elevara el Señor Jesucristo en Getsemaní, acompañada también por la oración de los presentes y de los miles que asuntes en carne pero presentes en espíritu nos unimos a ella.

Al salir de su oratorio el Apóstol de Jesucristo, seca sus lagrimas con su pañuelo, lagrimas ofrecidas a Dios a favor nuestro; sonríe a todos los que le acompañan y comienza a caminar hacia su hogar, a su paso niños, jóvenes y ancianos levantan su mano para saludarle en señal de aceptación y adhesión, con lágrimas en los ojos a su paso se escucha: “Dios lo bendiga Siervo de Dios, Dios le guarde Varón de Dios”.

Sus ministros le acompañan, todos con paso presuroso para oír sus palabras, que como río de agua viva serán de aliento para las iglesias pues han salido del Elegido de Dios y dice: “La iglesia, el pueblo de nuestro Dios es preciso cuidarles, es preciso ayudarles, es preciso darles nuestra fuerza y comprensión”.

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